jueves, 7 de marzo de 2013

0 La trascendencia de un 'hasta siempre'

Cuando muere un líder político de la talla de Hugo Chávez, se le encumbra automáticamente (no sin polémica) a una categoría de mártir. En el caso de Chávez, de prócer o libertador. El polémico líder venezolano fue comidilla de turno para millones de habitantes del mundo, especialmente en Iberoamérica. En sus años álgidos parecía imposible tener un punto de vista ecuánime respecto a él: se le amaba o se le odiaba. Sin embargo, a raíz de su enfermedad, su temperamento fue amainando. Ya lo había anunciado en 2004. Que se iba en 2013. Para el 10 de enero, para ser exactos. No se conoce su nivel de conciencia en el momento de su muerte, pero lo que queda reflejado y demuestra éste vídeo era que Hugo Chávez tenía muy claro cuándo sería el fin de su ciclo político. Llama la atención la concreción de la fecha propuesta por el  mismo Chávez para su "adiós". Lo que no se supondría es que, como en el caso de los mártires, su "adiós" se convertiría en un eterno "hasta siempre".

La imagen previa a su muerte estaba siempre ligada a su lema "Patria o Muerte, Venceremos", toda una declaración de intenciones que desde su primera aparición en sociedad acompañó a un discurso guerrero y revolucionario, pero del que hay que tener claro que se trataba de una evolución que partía de su golpe de Estado de 1992, pasó por la moderación para ganar las elecciones de 1998, y una vez afianzado en el poder y el proceso revolucionario, desembocó en su periodo de enfrentamiento directo a las potencias occidentales y sus políticas intervencionistas, como él hubiera defendido con ahínco. Para finalizar en sus últimos días con el lema "Viviremos y Venceremos", denotando un apego a la vida, la que le quedaba.



Sus cambios confirman que se trataba de un personaje camaleónico, que sabía aprovechar y tomar la temperatura de su momento para actuar a su acomodo. Pero siempre manteniéndose fiel hacia un pueblo en el que despertaba sentimientos encontrados, pero no dejaba indiferente. Los errores de la Revolución Bolivariana han sido múltiples, pero sus aciertos también. Estos días su pueblo se despide de él entre manifestaciones públicas y alharaca, como a él le hubiera gustado. Pero tras la despedida, queda su legado: un sistema democrático participativo, que si bien se construyo a partir del personalismo, ahora en su ausencia, puede regenerarse, pervivir o ser arrasado.

Le decimos "Hasta Siempre, como un "hasta luego" eterno, los que algún día comulgamos con el ideario bolivariano, los que lo consideramos un símbolo de la lucha del pueblo Latinoamericano por su independencia. Otros celebran su partida entre aspavientos y lejos de su tierra. Lo que conviene es que su despedida sea un largo y lento adiós para que su espíritu no sea ahogado entre algarabías innecesarias porque la base de un estado fuerte, participativo y protagonista ya existe, y si existe no es mérito exclusivo de Chávez, es un mérito compartido por los casi 29 millones de venezolanos que hacen posible su democracia.



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